Qué hace grande a la Wikipedia (III)
Hartos debéis de estar de informaciones y repasos históricos tras el fallecimiento de Leopoldo Calvo-Sotelo. Sin embargo, no puedo obviar el asunto en el blog por tres motivos:
1. No todos los días se muere un ex presidente del Gobierno
2. Me enteré de la noticia de su fallecimiento por un aviso urgente en la edición digital de El País. Aunque suene extraño, llevaba tiempo esperando que ocurriese un acontecimiento de este tipo para intentar comprobar un tema: ¿a qué velocidad se actualiza la Wikipedia? Dicho y hecho, acto seguido (y reflejo) busqué a Calvo-Sotelo en la Wikipedia y, para mi sorpresa, ya recogía la fecha de su muerte. Pongo dos pantallazos sobre la noticia que se llevan apenas 3 segundos de diferencia. Como podréis ver por la edición digital de El País, la información se acababa de colgar a toda prisa en ese mismo instante, ya que pone que Calvo-Sotelo "Fue presidente del Gobierno en 1981 y 9182" (sic). Sin embargo, en la Wikipedia aparecía la fecha correcta. ¿Cuántos periodistas 'infiltrados' se deben más a la enciclopedia global que a los propios medios de comunicación en los que trabajan?
3. Mi primer trabajo 'serio' como periodista fue como becario en Heraldo de Aragón. Con un par de años de carrera por delante todavía, acabé en la sección Nacional-Internacional. Mucha agencia, mucho 'Kursk' y mucha información que la gente se salta sin ningún complejo cuando leen un periódico regional. Sin embargo, cuando eres joven y estás ultramotivado, cualquier cosa te parece bien.
El gran José Javier Rueda, que tanto me enseñó (y Picos Laguna y Santiago Paniagua y Beatriz Vidal e Irene Villarroya) y que se había quedado al frente de la sección durante las semanas veraniegas (ahora la dirige junto a Economía) me dijo un día: "Viene Calvo-Sotelo a la Academia General Militar de Zaragoza para inaugurar el curso militar. ¿Quieres ir?" Mi cara se descompuso en una mezcla de emoción y acojonamiento. Esa misma noche me aprendí la biografía completa de Calvo-Sotelo.
Cuando llegué a la Academia General Militar (entonces todavía con la enorme estatua ecuestre de Franco) estaba excitado. Tras preguntar un par de veces encontré la entrada del salón y al poco rato llegó otra periodista de una agencia de noticias. Vaya, que no era el acontecimiento del día precisamente vista la capacidad de convocatoria... Y de repente, sin esperarlo, apareció Calvo-Sotelo y se quedó a escasos 10 metros. "A por él", pensé enseguida. Me acerqué y le dije: "Perdone, don Leopoldo. ¿Le puedo hacer unas preguntas?" Todavía no había terminado de decir la frase cuando un militar (de alto rango por todos los galones que lucía) se entrecruzó y me dijo: "Lo siento, vamos a comenzar". Calvo-Sotelo me miró y dijo, muy serio pero compasivo: "Tal vez cuando acabe el acto, caballero". Entré al salón, me situé por las primeras filas y no paré de tomar notas como un loco. Mi libreta era lo más parecido a la transcripción de una confesión de asesinato. Y en mitad del acto se me ocurrió girarme hacia atrás: los cadetes no paraban de charlar entre ellos o, en el peor de los casos, dormían sin ningún reparo al son del discurso de Calvo-Sotelo. Cuando terminó esperé en la puerta. Ya nunca le volví a ver.
Calvo-Sotelo, en la Wikipedia y en Issuu.